La fascinación de lo grotesco.
Vagando por las calles de New York, con sus trofeos encerrados en una cámara, se debatía entre la repugnancia y la atracción Diane Arbus. Esta pulsión se resolvería luego de una caída en espiral que culminaba en la autoeliminación.
Con placer culpable contemplamos sus freaks.
Con placer culpable contemplamos sus freaks.
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